10 julio 2013

Del más allá ... en el más acá

Dicen, que cuando naces y estas a punto de morir, la mente segrega una droga que causa el efecto de visualizar en simultáneo algunos recuerdos concretos, para los que mueren el cerebro queda 3 minutos activo, "el cadáver" durante ese tiempo, puede escuchar, pensar, pero no sentir. Imagino el escenario, yo que sufro de claustrofobia, ahí, por tres minutos encerrada en mi mente, si aún y cuándo puedo escucharme me asfixio, tres minutos mentales dónde solo yo y la mente conversamos, debe ser agónico, me produce escalofríos, pero también me produce morbo, por qué, ¿ quién no ha sentido el morbo correr por sus venas ? ver un cadáver, aunque sea de un animal - Mira mamá ahí, el perro apachurrado, destripado- hasta un niño puede gozarlo, cómo no hacerlo, si es parte de nuestra naturaleza, todos en alguna ocasión lo hemos sentido, que se muera en este instante el que lo niegue. Pero vaya, no estamos preparados para cuando nos llega la muerte, no en todos los casos, en lo particular la he esperado por algún tiempo, cuándo miro a los ancianos me reproduce un terrible aguijoneo en el estómago tan solo de pensar en llegar a esa edad, dónde actúas como un chiquillo malcriado, terco, aferrado, necio, creyéndote fuerte cuándo ya ni fuerzas para ir al baño, que digo, ni para comer, ahí están los abuelos, los lindos abuelos que van a visitar cada domingo, decrépitos, arrugados, oliendo a viejo, con suerte algunos hijos les ayudan, con desgracia se quedan ahí, abandonados a su suerte.




Entonces, me pregunto, ¿Qué será mejor, vivir esos 3 minutos de agonía con mi propio yo, ahora en estos momentos o vivir esos mismos tres minutos con una mente anciana, necia, terca, decrépitamente atormentada por los 70,80 ó equis números de años?


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